miércoles, 25 de abril de 2018

ELEMENTUM JOYA ---> Del Mirar por Josefina Núñez





DEL MIRAR 
por Josefina Núñez

Síntesis y representación. O al revés. El que se presta al oficio de apuntar lo que mira, reduce a pocos trazos un universo perceptivo. Podemos creer que esas líneas existen de antemano, pero no es así. Acaso existen solo en potencia. El arte sucede. Aparece y detiene el tiempo. Mirar es asistir por brevísimos lapsos de tiempo a otra condición de existencia. Mirar es recuperar una forma, integrar un espacio fragmentado. El que mira y lo mirado se encuentran entonces. Chispean, chocan, se seducen en una lucha feroz, reveladora, de la que no se sale sin consecuencias. A veces con algo en la mano para llevar al oficio y el deseo en vilo de no perderlo.

En la muestra Lo andino*, las dos miradas, la de Yolanda Sucre y la de Mercedes Carvallo recorren esa larga cordillera que, como una inmensa joya, cuelga por un costado de la América del Sur. Abordan su topografía como entorno físico y espacio de la memoria. Lugar tangible, habitable y a la vez mítico. 

Ambas artistas se valen de la fotografía saturada hacia el grano contrastado, gráfico, cercano al dibujo. Sucre encuentra una luz casi mística. Blancos puros y negros terciopelo. Carvallo tantea en transparencias de color que diluyen la nitidez del paisaje en atmósferas, en texturas. 

Sucre contempla el perfil de la montaña, la piel rugosa de la casa, sus muros y techos. Casa andina, sí, pero también ámbito particular, casa rota. Carvallo recorre el traje vegetal del páramo, sus cielos y curvas sinuosas. Un vagar que bien recuerda la definición que Montaigne da al ensayo. 

Sucre elabora una serie de collares compuestos por uno o varios módulos con motivos impresos en canvas, armados luego en volumen y pespunteados en sus contornos. La joya se muestra como integración de objeto-imagen-relato.

Carvallo esmalta, por una parte, cuencos de diversos diseños (la montaña invertida, cóncava, contenedora), con discos adicionados magnéticamente, y por la otra, fracciona ese paisaje en cuentas consteladas. Lugar inabarcable y esparcido. Lugar bajo el color y sus impresiones. Lugar que animado por su hacer, transcurre, abarca un recorrido, concita un viaje.

Coser y constelar. Pasar el hilo, enhebrar. Dos tareas del mirar, de apropiarse de una realidad y su extrañeza. Mirar es mirar por primera vez, aprehender la realidad. Es lo que en definitiva enseña el arte. Cuando se habla de encontrar la voz propia, ¿no resulta ella de una manera de mirar?


Yolanda Sucre

Yolanda Sucre

Yolanda Sucre

Yolanda Sucre

Yolanda Sucre

Mercedes Carvallo

Mercedes Carvallo

Mercedes Carvallo

Mercedes Carvallo

Mercedes Carvallo

Mercedes Carvallo

Mercedes Carvallo

Mercedes Carvallo


*Exposición simultánea realizada en dos salas: Secadero 1, Hacienda La Trinidad, Caracas y en Cesta República, calle Válgame Dios 6, Madrid.


AJF ---> Contra la crítica: Siete variaciones sobre un tema desagradable.(I)


Contra la crítica: Siete variaciones sobre 
un tema desagradable. (I) 
por Pravu Mazumdar
Critica N°6




Durante el mes de agosto (como parte de nuestras lecturas ligeras de verano) publicamos una serie de cinco artículos sobre la crítica, los cuales pertenecen a una asociación con KLIMT02, bajo el sello "el feed de AJF". Los cinco ensayos, aunque diversos, todos abordaron la idea de que la crítica es buena y que la misma es un componente necesario para el crecimiento de la artesanía contemporánea.

De ahí mi emoción cuando Pravu Mazumdar accedió a desarrollar sus propias ideas sobre el papel de la crítica en un ensayo en dos partes titulado Contra la Crítica. Los lectores que se sumergieron en los ensayos anteriores seguramente se regocijarán con el texto del maestro Foucaultiano residente de Múnich. Si desea refrescar su memoria antes de embarcarse en esta densa tesis de dos partes, por favor revise los excelentes textos escritos por  Moyra ElliottClare Finin, Damian Skinner, Garth Clark, and Suzanne Ramljak. La segunda parte del ensayo de Pravu será publicada en siete días.

-Benjamín Linel


"En última instancia, no me preocupo por repartir calificaciones a las obras de arte (por eso evité la oportunidad de escribir sobre cosas que no admiré").
-Susan Sontag (1966)
  1.  
Un pasatiempo favorito en la corte real del emperador mogol Akbar consistió en resolver acertijos. Una noche, un anciano se acercó al monarca y le pidió que le permitieran presentar una nueva tarea. Al recibir el permiso, sacó un pedazo de tiza, dibujó una larga línea recta en el suelo, y se volvió hacia la selecta reunión con una pregunta. ¿Podría alguien reducir la línea sin tocarla? Después de que varias propuestas fracasadas fueran expresadas, un muchacho joven se levantó, tomó la tiza de la mano del viejo y dibujó una segunda línea, paralela a la primera y más larga. Sin tocar la línea original en su realidad física, había reducido su valor creando una línea más larga.
Citando a Nietzsche: toda creatividad conlleva un tipo específico de crítica que, como en cualquier otra práctica de juicio, transforma los valores existentes atacando ideales, libros, artefactos, pero no en un modo negativo. Tal crítica no toca, mide ni reduce su objeto y difiere radicalmente de la crítica normativa a la que nos acostumbramos en nuestra vida cotidiana. En otras palabras: tal crítica no compara su objeto con una norma, sino que la supera través del nuevo objeto creado por ella, que, ya sea un texto, un objeto hecho a mano, o lo que sea que se considere tal como una obra de arte, encarna un nuevo ideal que manifiesta los límites intrínsecos del ideal encarnado en el objeto original. La crítica de Nietzsche a los ideales estéticos o al Nuevo Testamento presenta como creativo al sujeto crítico limitando su juicio inherente y dejándolo "ponerse los guantes", como él lo llama, [1] antes de volverse a su objeto. Tomar las riendas en la senda de acercarse a algo antes de criticarlo desencadena un proceso crítico alternativo, en el curso del cual el ideal trascendental de Kant finalmente parece adquirir un cuerpo.
  1.  
Cuatro años antes de su muerte, Michel Foucault dio una entrevista a Le Monde, [2] en la que mencionaba a un amigo de Courbet, que se despertaba cada noche y gritaba: "¡Quiero juzgar! ¡Quiero juzgar!”. Foucault considera asombroso que la gente esté tan loca por criticar a otros e imagina que el último sujeto humano, habiendo reducido su último enemigo a cenizas, se apoderaría de una vieja mesa desvencijada, se colocaría detrás de ella y empezaría a juzgar a todos los responsables de la calamidad. El mismo Foucault entiende la crítica como una actividad que no se ocupa de juzgar, sino que tiende a "asistir a una obra, a un libro, a una declaración con el objeto de alcanzar la realidad”. Tal crítica encendería antorchas, vería crecer la hierba, escucharía el viento, atraparía la espuma en vuelo y le daría vueltas. Tal crítica no acumularía juicio sobre juicio. En su lugar, reuniría todo vestigio de existencia, los llamaría y despertaría de su sueño. La crítica en este sentido no necesita vestiduras rojas, porque está cargada con las tormentas del pensamiento posible, lo que le permite aprovechar la variedad de alternativas que rodean una obra y la lleva hacia su propio ser futuro.
Casi dos décadas antes, Foucault había acuñado el término "afirmación no positiva" en su famoso ensayo sobre Georges Bataille [4]. El término significaba: no criticar algo a través de la negación su existencia, sino afirmando su no existencia, es ahí donde la creatividad entra en juego. Afirmar la no existencia de algo significa romper su identidad, transgredir los límites de su definición y discernir el dinamismo interior que lo impulsa hacia el crecimiento y el movimiento. Darwin no critica a un reptil por ser un reptil, sino que simplemente describe en lo que posiblemente esté evolucionando. Siempre hay algo de una afirmación no positiva al ver crecer la hierba, escuchar el viento, reducir una línea sin tocarla y, esencialmente, seguir la deriva constructiva de una obra hacia el ser. Tal crítica trata con cosas que todavía están medio dormidas y que aún carecen de la fuerza necesaria para mover otras cosas. En lugar de lanzar juicios sobre ellos, procede a darles el ímpetu para cruzar el umbral de su propio ser.
  1.  
El tema que nos ocupa no es agradable. Durante más de dos décadas hemos estado experimentando un verdadero diluvio de prácticas de juicio, que emanan de una inseguridad típica de las sociedades modernas y su falta de normas universales. Tales prácticas pueden ser observadas en una creciente tendencia hacia la clasificación y la estandarización en todo el mundo, involucrando no sólo actos explícitos de juicio o juicio de juicios, sino también todos aquellos debates, comentarios y controversias que constituyen, en su totalidad, los discursos típicamente normativos que giran alrededor del público tales como los pronunciamientos de una pena de muerte o las decisiones anuales recurrentes del Comité del premio Nobel. La práctica del juicio está íntimamente relacionada con nuestro modo de vida industrial, impulsado por la doble exigencia de productividad y una evaluación sostenida de los productos para asegurar su circulación.
En el contexto de la industrialización, la práctica artística puede ser vista como una actividad generadora de un tipo paradójico de productos no utilitarios. Por un lado, el arte se pone en circulación como cualquier otra mercancía a través del dinero, mientras que, por el otro, los productos artísticos permanecen inmateriales, por lo que no es fácil evaluarlos en las condiciones modernas, caracterizados por una falta de normas universalmente aceptadas. Las obras de arte no pueden medirse en términos de volumen, peso o temperatura, ni cualquier otro estándar cuantificable para esa materia, específico de una "sustancia estética", a menos que se tomen cosas vagas como una "necesidad de calidad" o una "reflexión sobre el medio "o un “cuestionamiento a la tradición" como guias para regular la práctica artística. A pesar del clamor de los tradicionalistas por un retorno a los estándares estéticos pre-modernos, la inconmensurabilidad inherente al arte se agudiza en el contexto de su modernidad.
Los jueces tienden a sobrevalorar su trabajo entendiéndolo como una medida de seguridad para garantizar la calidad, y por lo tanto como un servicio invaluable para la comunidad. En verdad, sin embargo, el trabajo de un juez, inevitable como podría ser para el proceso de circulación, es parasitario, prosperando en la producción real de calidad por parte de artistas y artesanos. Incluso si no es cierto que todos los fabricantes produzcan calidad, es sólo de las manos de los fabricantes que la calidad puede surgir. El juicio es básicamente una actividad de segunda mano. No es más que una respuesta a una necesidad generalizada de evaluación. En otras palabras, no es una práctica productiva, sino, en el mejor de los casos, una técnica para poner orden en la mente consumista, cuando es incapaz de concentrarse en la conmoción general de productos tirando de ella en diferentes direcciones y paralizándola en el bullicio de la compra y venta. Algunas personas nunca tocarían un libro o irían al cine sin consultar los oráculos críticos presentados por los medios de comunicación. En general, se puede afirmar con seguridad que la popularidad del juicio es directamente proporcional a la desaparición de la educación estética y el instinto
  1.  
En este punto, quisiera precisar una distinción elemental entre el criticismo y crítica, de la que he estado haciendo uso hasta ahora de manera algo tácita.
El criticismo en mi entendimiento es la expresión de una tendencia intrínseca en las sociedades modernas a restaurar algún tipo de régimen antiguo en el arte. De hecho, el término usado para definir a un crítico y conocedor de arte en alemán durante el siglo XVIII es "Kunstrichter", que significa "juez de arte", persona que administra una especie de justicia estética. Está claro que tal término se remonta a la suposición de que los procesos artísticos se rigen por un conjunto de "leyes naturales" preexistentes que se hacen sentir como una especie de logos estéticos a través del trabajo del Kunstrichter como su sacerdote y portavoz. Mucho de lo que cuenta para la crítica en el mundo artístico de hoy continúa funcionando en este sentido, entendiéndose como una aplicación "ontológicamente" necesaria de "leyes de calidad" y respondiendo a una demanda generalizada de estándares y autoridades para medir obras de arte en virtud de normas universalmente aceptables.
Desde el punto de vista del criticismo, el mundo del arte está poblado de objetos bien definidos y de valores vinculados a ellos, que disminuyen con cualquier aumento en la distancia entre los objetos y una norma, por muy contingente o frágil que ésta sea. Tal mundo no es diferente del mito teológico de una Creación, en el que las cosas pierden su valor con una distancia cada vez mayor de Dios, de modo que la crítica se reduce, en última instancia, a medir la distancia entre una obra y una norma, incluso si ésta hubiera sido fijada con el propósito expreso de permitir una sentencia. Incluso cuando los defensores de la crítica tienen una actitud constructiva y hacen hincapié en la importancia de los debates que acompañan a las obras de arte, la crítica sigue siendo un anhelo de absolutos y, en última instancia, un llamamiento a un retorno a Dios y al Rey.
La crítica, por otra parte, no está interesada en el quantum del conformismo que constituye una pieza de arte. Le importa poco la relación entre una obra y una norma preexistente, o la que existe entre una obra y una ilusión por parte del crítico. En cambio, trata a una obra como un vector que apunta en la dirección de su ser. En lugar de ver el trabajo como una cosa terminada dentro de los límites de su definición y mantenerse alejado de una noción preconcebida de lo que debería ser, la crítica describe una obra, leyéndola como una tendencia y un proceso de pensamiento que finalmente lleva más allá de la obra, aplicándose como un acto de intervención. La crítica, dicho de otra forma, no está interesada en calificar una obra, sino en cooperar con ella hacia un fin común. En su perspectiva, el mundo no está poblado de objetos bien definidos, sino de valores, que cuestiona creando valores propios.
Las consecuencias metodológicas son claras. La crítica no cede al moralismo de la comparación, sino que evoluciona en cambio como una descripción apasionada hecha con una precisión e inteligencia que la guía, ya que desentraña las sutilezas de la semejanza y la diferencia. El telos de la crítica no es un veredicto, sino una descripción llevada al punto en que una obra comienza a hablar por sí misma. En otras palabras, la crítica no enseña cómo juzgar, sino cómo leer una obra dándole las palabras que le falta.
Sin embargo, la exactitud no es la neutralidad, y mientras que la crítica no viene con las túnicas rojas típicas de un Kunstrichter, es un participante en un discurso, investido con una deriva discursiva propia. Al contrario de la obra que aborda, la crítica tiene un vector propio, ya que no es meramente una opinión sobre una obra, por bien fundada que sea, sino que es en sí misma una "obra" con un estilo y postura propia, alineándose con el vector de su objeto, que a veces también lo lee a contra corriente, obviamente no en nombre de una norma dada, sino en virtud de su propia existencia, como fuerza en un campo de interacciones culturales. En otras palabras, la crítica no opera desde un nivel más profundo o más alto que el trabajo que discute. No simula la voz de Dios, sino que interfiere con una obra en sus propios términos y a su propio nivel. Interviene activamente en el proceso desplegado por el trabajo y empuja hacia adelante el proyecto, perseguido por ella implícita o incluso de forma incompleta.
En su Genealogía de la Moral, Nietzsche distingue entre una postura activa y una postura reactiva. [5] La postura activa emana de un estado de fuerza y ​​triunfo del auto-disfrute, en el cual sólo otros en estados igualmente activos perciben / disfrutan, mientras que todo lo demás es necesariamente pasado por alto. La postura activa es autónoma y soberana, en contraste con la postura reactiva, que surge de un estado de dependencia y resentimiento, en el que nos definimos con respecto a lo que nos oponemos, de modo que primero nos enfrentamos con lo que rechazamos, antes de siquiera empezar a vernos a nosotros mismo y a otros que son similares a nosotros. Evidentemente, la oposición entre el criticismo y la crítica puede estar relacionada con tal genealogía. El criticismo surge de una postura reactiva, partiendo del "peligro" de una desviación y como reacción a una obra, tan pronto como la percibe como su otra. La crítica, por el contrario, surge de un sentido de entusiasmo o admiración por una obra y procede a conectarla con su propia perspectiva y la utiliza como un trampolín para sumergirse en su propia actividad.
Puedo bien anticiparme al tipo de argumentos que se pueden oponer a tales afirmaciones, señalando la importancia de los jurados, comités, mentores y demás involucrados en los procedimientos omnipresentes de marcar la calidad, ya sea en las instituciones de enseñanza o en el establecimiento artístico en general. Sin embargo, dudo que eso no sea poner el carro delante del caballo. ¿El juicio realmente genera calidad o influencia en la producción de calidad? ¿O no es más bien una reacción a una cualidad ya existente o a su falta? Supongo que la pregunta es en última instancia indecidible. Sin embargo, seré sincero: si tuviera la opción, yo presionaría para que la crítica mantenga la batuta por sobre el criticismo.
Puesto que la crítica está sin duda mejor sintonizada que el criticismo a un temperamento moderno, su único marco exterior de referencia es la regla general: ¡Ninguna trascendencia, ni siquiera la de una norma! Contrariamente a toda práctica de juicio, la crítica se basa en el tipo de observación y recopilación de hechos que habitualmente se denomina "investigación", que involucra todo lo que va con el paradigma de la investigación científica y termina en un producto, que es el propio texto crítico.
  1.  
Antes de resumir estas observaciones, quisiera señalar que los dos modos aislados y opuestos de crítica que he denominado criticismo y crítica, obviamente, no deben tomarse como cosas reales. Como resultado de un análisis, son abstracciones. Los discursos críticos nunca emplean uno u otro modo en una forma pura, sino una amplia gama de sus posibles combinaciones, en las que figuran en proporciones variables como elementos contrastantes que difieren en peso y frecuencia, y que el criticismo obtiene generalmente la mayor parte de la atención pública.
Es en esta relación de poder entre los dos tipos de práctica crítica, que me gustaría presentar, con el objeto de enfatizar, aún con el riesgo de exagerar mi posición, en 10 puntos la importancia y superioridad de la crítica como alternativa al criticismo:
  1. El arte nos enseña a leer el mundo a través de la aplicación de sentidos. El criticismo nos enseña a categorizar el arte a empleando reglas. La critica nos enseña a leer el arte usando el lenguaje
  2. El criticismo es la aplicación de una ideología, asumiendo la pre existencia de estándares y funcionando sobre sus bases como una técnica de medición. La crítica es por contraste la práctica de un arte que esta investido con las habilidades intelectuales y estéticas de la crítica y se desdobla como un técnica de descripción
  3. El criticismo reduce la complejidad de un trabajo comparándolo con una norma. Se propone medir el quantum de conformidad o desviación en una obra con respecto a las normas establecidas por otras obras. Por lo tanto, es necesariamente ciega a la singularidad de una pieza. La crítica, por el contrario, devuelve una obra a su complejidad simplemente por su fidelidad como un arte de descripción capaz de revelar el vector ontológico inherente a una obra.
  4. El criticismo no requiere ninguna paciencia para los detalles de una obra o cualquier respuesta específica hacia su singularidad, además, no se ve obstaculizado por las exigencias habituales de la erudición. Simplemente requiere un conocimiento práctico de las reglas que aplica, en las cuales nunca se ve una razón para desafiar. La crítica, por otra parte, se basa en la observación paciente y la erudición que la apoya en su aventura descriptiva.
  5. El criticismo termina con un juicio: "bueno" o "malo". La crítica termina con un texto, que es en sí mismo una "obra" que funciona como una versión verbal de la obra del artista y que coopera con ella para revelar su deriva ontológica.
  6. El criticismo se opone a una obra arrojándole un juicio y afectando su imagen pública. La crítica presenta una obra describiéndola y transformando el proceso de pensamiento encarnado en ella.
  7. El criticismo se centra en la conciencia del artista, incluyendo la cronología de los pensamientos, las emociones, la formación / experiencia profesional, prejuicios que preceden a la producción de una obra. Compara éstos con lo que debe ser y utiliza la obra como un punto de entrada para un juicio sobre su creador. Por el contrario, la crítica se centra en el trabajo como un proceso de pensamiento legible que va más allá de la obra misma. No recurre en primer lugar a la conciencia ni al discurso verbal del creador, sino que suspende la autoridad del sujeto artístico tratando de describir la obra independientemente de su creador. ¿Por qué un relato retrospectivo de un artista es más confiable o más autoritario que cualquier observación inteligente emprendida por el crítico? ¿Por qué las palabras de un creador deben estar libres de cosas como un recuerdo vacilante o una ceguera "profesional" hacia ciertos aspectos de la obra? Si la crítica escucha lo expresado por un artista, lo hace sólo en la medida en que no contradiga los resultados de su propia lectura atenta de la obra.
  8. El criticismo en última instancia, funciona como un gobierno de la mediocridad, comenzando con la sospecha de una desviación, se siente obligado a supervisar como parte de su papel autoproclamado, a fin de proteger al mundo de las obras "malas". La palara crítica, por el contrario, comienza con la experiencia de ser golpeado por algo excepcional o sin precedentes en una obra y procede a analizar y explicar esa experiencia describiendo la obra y revelando su dirección de movimiento.
  9. El criticismo proporciona en el mejor de los casos una orientación a los vendedores / compradores / coleccionistas para encontrar su camino a través del laberinto del mercado del arte. Ayuda a decidir la cuestión del valor de mercado: ¿Cuáles son las obras que se deben poner en circulación y cuáles debe ser excluidas desde el principio? La crítica, por el contrario, inculca a sus lectores una competencia, mostrándoles cómo leer una obra.
  10. El criticismo está interesado en saber si un trabajo permanece dentro de límites que distinguen entre buena o mala artesanía, entre pensamiento fuerte y débil. La crítica está, por el contrario, interesada en averiguar si una obra extiende los límites existentes o establece nuevos límites y finalmente transforma el mundo por medio de su propio ser. En este sentido, la crítica está verdaderamente interesada en el potencial crítico de una obra en oposición a su conformismo. ¿El trabajo cuestiona nuestras ideas contemporáneas sobre la artesanía? ¿Sugiere un cambio de paradigma en nuestro pensamiento de una manera que me fascina, como crítico?
Ciertamente no estoy pidiendo una abolición de la crítica, sino tratando de llamar la atención sobre una práctica, que rara vez se toma en cuenta, aunque ha estado alrededor por un tiempo, ejemplo de ellos son las lecturas de Foucault sobre Manet, la lectura de Barthes a Racine o la lectura de Sontag de Barthes. A estos escritores les importaba poco las reglas o las normas cuando lanzaban sus críticas como una poderosa alternativa al criticismo en el modo de una lectura matizada e inteligente de una obra. Es obvio que la crítica en este sentido está mejor adaptada que el criticismo al temperamento científico, porque al percibir una obra de arte, la crítica no es impulsada por la fe -en un ideal, una norma, una ideología- sino por la inteligencia de los sentidos, una mente experimentada y una buena dosis de curiosidad.
Sin embargo, no estoy haciendo la ingenua sugerencia de que eliminemos totalmente el criticismo, sino que exploremos las posibilidades de subordinarlo a la crítica. El criticismo puede en el mejor de los casos abrir el camino hacia la crítica. Pero no puede permitírsele dominar, y mucho menos reemplazar a la crítica.
[1] "No refuto ideales, simplemente me pongo los guantes en su presencia." Ecce Homo en Nietzsche, Friedrich, Obras completas, Edición crítica de Estudio en 15 volúmenes, ed. Giorgio Colli y Mazzino Montinari (Berlín, Nueva York: Walter de Gruyter & Co., 1967-1977), vol. 6: 259. También: Anticristo, no. 46 en Nietzsche, vol. 6: 223. Traducido por Pravu Mazumdar.
[2] “Le philosophe masqué” (La filosofía enmascarada) en Michel Foucault, Dits et écrits (Pensamientos y Escritos) (Paris: Gallimard, 1994), vol IV, no. 285: 106.
[3] “Le philosophe masqué.” Énfasis del autor. Traducido por Pravu Mazumdar.
[4] “Préface à la transgression (en hommage à Georges Bataille)” Prefacio a la transgresión (en homenaje a Georg Bataille) en Michel Foucault, Dits et écrits  (Pensamientos y Escritos) (Paris: Gallimard, 1994), vol. I, no. 13: 238.
[5] Friedrich Nietzsche, Zur Genealogie der Moral (Hacia una genealogía de la moral) in Sämtliche Werke (Obras completas), vol. 5, Primera Tratado: “Gut und Böse,” (Bueno y malo) “Gut und Schlecht”,” (Bueno y feo): 257–289.
Pravu Mazumdar estudió física en Nueva Delhi y Múnich y tiene un doctorado en filosofía de la Universidad de Stuttgart, Alemania. Vive como escritor y profesor en Múnich. Sus campos de trabajo incluyen el arte y la filosofía, y sus libros están estrechamente relacionados con el posmodernismo francés, en particular la filosofía de Michel Foucault. Próximamente publicará un libro sobre la joyería titulado Die entfesselte Oberfläche (La Superficie Desatada), Berlín: Matthes & Seitz.
Traducción: H.N

Gracias Barbara Magana por las correcciones de estilo.

AJF ---> Contra la crítica: En condición crítica



En condición crítica
Critica N°5



Este artículo casi concluye nuestra serie sobre crítica, publicada como parte de una asociación con Klimt02 bajo el sello "el feed de AJF". Digo "casi" porque Pravu Mazumdar acaba de enviar un largo ensayo titulado Against Criticism (a ser publicado en Octubre). Los lectores que se sumergieron en los ensayos anteriores seguramente se regocijarán con el del maestro Foucoultiano residente de Múnich. Mientras tanto, espero que este artículo, de Suzanne Ramljak, sea un buen alimento para el pensamiento y por favor eche un vistazo a los otros cuatro artículos escritos por Moyra Elliott, Clare Finin, Damian Skinner y Garth Clark.
—Benjamin Lignel
No es casual que las palabras "crítico" y "crisis" compartan la misma raíz: la krinein griega, que significa separar, decidir, juzgar. De hecho, este es un momento decisivo para la escritura crítica, que se encuentra actualmente en modo de crisis. Mientras que la cantidad de comentarios sobre el arte y sobre la joyería contemporánea, han aumentado en los últimos años, la crítica en sí ha estado luchando por su sobrevivencia. Las causas de este estado peligroso son múltiples -incluyendo los efectos insidiosos de Internet, una cultura de autoestima y un creciente anti intelectualismo- que apuntan a un pronóstico preocupante.
La muerte ha silenciado a muchos de nuestros críticos más influyentes en los últimos dos años. Sólo en 2012 perdimos a Gore Vidal, Robert Hughes, Andrew Sarris, Judith Crist y Hilton Kramer, así como Christopher Hitchens quien falleció a finales de 2011. Cuando se realizaron autopsias literarias sobre estos críticos, se encontró que todos comparten rasgos similares y sus obituarios inevitablemente los llamaron "agudos". Esta calidad mordaz, una verdadera prueba de fuego para la crítica, está en conformidad con otros términos usados ​​para describir los comentarios más finos: puntiagudos, cortantes, incisivos, penetrantes. Cada uno de estos escritores difuntos fue elogiado más para la beligerancia. Vidal fue considerado "peleador"; Hughs,"combativo";Sarris,"congénitamente controvertido";  Crist, "salvaje"; Kramer, "reaccionario"; y Hitchens, "valientemente divisivo"[1]. Así, la anatomía de un crítico vital se muestra para incluir dosis saludables de agudeza y controversia, rasgos que han marcado las mentes críticas más importantes de la historia. Este es un territorio discriminatorio que valientemente intenta hacer distinciones, no amigos.
Los críticos vivos que todavía se esfuerzan por ejercer su oficio están sitiados por una serie de fuerzas nocivas. Uno de ellos es el reducido espacio dedicado a la crítica en las principales revistas y periódicos. El despido de los críticos en estos medios de comunicación ha sido ampliamente documentado, junto con la relevancia menguante del juicio crítico para la opinión popular. Con esta disminución del territorio de la crítica viene la desaparición de una audiencia general de tal discurso experimentado. La migración a Internet, con sus lectores fracturados, no puede compensar la pérdida de estas plataformas públicas para el ejercicio crítico. En muchos aspectos, la web ha menguado el intercambio incisivo en lugar de reforzarlo ya que el medio se ha convertido en el mensaje. El impulso hacia una comunicación más rápida, más corta, más amistosa y más "social" se está transformando en una especie de punto de control para el contenido y el tono de la crítica. Dejando a un lado las cuestiones de calidad, la gran cantidad de esa producción digital está contaminando el paisaje crítico, a menudo con quejas, maldiciones y otras formas no procesadas de residuos mentales.
Dwight Garner lamenta que su profesión esté "siendo execrada de todos lados al mismo tiempo, en que los nuevos medios como Twitter y Yelp se han convertido en todo opinión, todo el tiempo, con poco en sus flujos digitalizados de acrónimos webs, cosas que un crítico no podría reconocer como crítica real "[2]. Con todo el mundo tomando turnos en el escenario digital, parece que tuviéramos una noche de micrófono abierto perpetua, donde los talentos reales rara vez tienen la oportunidad de brillar e iluminar la mente pública. La emisión de opiniones sobre blogs y sitios web se ha convertido en el equivalente verbal de la televisión de reality show, donde los comentarios personales y los pensamientos sin guión desfilan como una crítica genuina. Aunque funciona como un ejercicio de igualdad de acceso, falla en no producir crítica con la misma igualdad de méritos. Nos quedamos con un caso de medios sin fines, sin mencionar la pobre habilidad de algunos.
Aún hoy en día existe una incomodidad generalizada con la idea misma de calidad y habilidad, y esa falta de diferenciación entre escritura buena y mala es síntoma del deterioro crítico que estamos enfrentando ahora. En un ensayo reciente sobre la muerte de la experiencia, Tom Nichols lamenta “el colapso de cualquier división entre profesionales y laicos, estudiantes y profesores, conocedores y admiradores situación potenciada por la búsqueda en Google, basada en Wikipedia y blogs supuestamente especializados... entre aquellos con cualquier logro en un área y los que no tienen ninguno "[3]. Debajo de estas distinciones que se desmoronan se puede detectar un miedo a la inadecuación, que busca refugiarse en una noción de igualdad que asegura que nadie será mejor que nadie. Este deseo de igualdad representa, para Nichols, el "pleno florecimiento de una cultura terapéutica donde la autoestima, no el logro, es el valor humano supremo, y nos está haciendo a todos más estúpidos cada día". [4]
De hecho, nuestra era ha sido etiquetada como la Cultura de la Autoestima, una época marcada por la excesiva afirmación personal en la educación, la crianza de los hijos y las relaciones sociales. Se ha convertido en una práctica común en las escuelas y ligas deportivas no mantener la puntuación en los juegos (por miedo a que alguien "pierda"), y conceder premios a todo el mundo (por miedo a que alguien se siente excluido). Este mismo síndrome es desenfrenado dentro del contexto familiar, donde una manta de afirmación e impulso del ego sofoca cualquier juicio o proporción, fomentando un sentimiento hinchado de autoestima y derecho dentro de los niños.
Esta propagación enfermiza de la afirmación también aflige a aquellos con credenciales críticas. Contando a tal entusiasmo, el escritor Jacob Silverman describió la lamentable amabilidad de la cultura literaria generada por los medios sociales. "Una simpatía y un entusiasmo ciego son los sentimientos dominantes. La crítica mordaz se ha convertido en sinónimo de delito; Todo es personal ", escribe Silverman. "Pero esa afirmación es el gesto habitual de Internet. Nos gusta, favorito, y el corazón todo el día. El problema con el Like es que termina siendo un calle sin salida critica” [5]. En su búsqueda de Like, que ayuda a promover la comercialización en línea, los críticos se están auto-neutralizando, renunciando a la potencia verbal y la discriminación necesaria que distingue la verdadera práctica crítica -en el sentido de que es un punto muerto crítico. Una palabra, carecen de agallas.
Por lo tanto, entre los agentes que quebrantan un ambiente sano para la crítica, tenemos la disolución causada por Internet, las redes sociales solícitas, y una cultura de la autoestima con aversión al juicio agudo. A éstos hay que añadir un clima general de anti intelectualismo, una condición llamada la Edad de la Irracionalidad y la nueva Edad Digital Oscura. Frank Furedi argumenta que los intelectuales están desapareciendo debido a una serie de factores, entre ellos el posmodernismo, el miedo al elitismo y la obsesión por la inclusión social, lo que da lugar a un relativismo cultural que hace que todo sea insignificante. [6]Y como el posmodernismo quebranta las persecuciones intelectuales tradicionales de la objetividad, la universalidad y la verdad, todo pensamiento racional y científico se hace sospechoso. Estas no son condiciones maduras para la crítica, y en la década desde el libro de Furedi, las cosas sólo han empeorado.
Con el rápido declive del intelectualismo y la desaparición de las prácticas críticas establecidas, es comprensible que la crítica artesanal pueda estar sufriendo de una suerte similar. Desafortunadamente, como el campo está compilando su propia historia y cultivando el diálogo, encuentra este gran impase cultural. Pero incluso sin un debilitamiento en el Zeitgeist crítico, la escritura sobre artesanía ha sido desafiada de maneras únicas, y un tenor anti-crítico entusiasta ha dominado durante mucho tiempo el campo.
La simpatía crónica del mundo de la artesanía puede provenir en parte de sus profundas raíces en la tradición y la comunidad. Amy Shaw, fundadora de Greenjeans, una galería dedicada a la artesanía y la sostenibilidad, reflexiona sobre el vínculo entre ambos conceptos. Shaw especula que, debido a sus asociaciones con el hogar y la tradición, la artesanía se percibe ampliamente como un reino de seguridad y refugio. [7] Y tal vez esta conexión doméstica podría estar alimentando la enorme resistencia al cambio y la crítica que caracteriza el campo. Los objetos de artesanía, y ciertamente la joyería, proporcionan una forma de arte de la comodidad para muchos, y hay a menudo un tono amistoso, delicado y sensible a su intercambio y recepción. Este ambiente de apoyo familiar hace que sea más difícil para alguien lanzar un ataque crítico serio sin parecer antisocial o francamente malo. Este temor de lastimar a otros a través de la crítica aguda es menos común en el mundo del arte en general. Sin embargo, hay un lado opuesto de esta condescendencia. El espíritu de apoyo de la artesanía trae a la mente una cita de advertencia de Norman Vincent Peale: "El problema con la mayoría de nosotros es que preferiríamos ser arruinados por la alabanza que salvados por la crítica." Tomando el punto de Peale, hemos llegado a creer que aplaudir es la mejor política para ayudar y promover la práctica que amamos, en lugar de ejercer la crítica para ganar fuerza y ​​salvación.
Nuestra falta de fe en la crítica también señala una crisis más grande en nuestra creencia en las ideas. Los críticos genuinos no sufren de tal duda, permaneciendo confiados en el papel primordial que el pensamiento juega en la formación del mundo. Como auto-nombrado vigilantes de la cultura, tales críticos tienen el poder de sus convicciones y se niegan a rendirse en la guerra de los ingenios. Esta devoción inflexible a la causa fue transmitida por Christopher Hitchens quien, cuando se le preguntó en su lecho de muerte (falleció de cáncer de esófago) si lamentaba una vida de fumar y beber, respondió: "Escribir es lo que es importante para mí y todo lo que me ayuda a hacerlo -o realza y prolonga y profundiza y a veces intensifica el argumento y la conversación- lo vale para mí. "[8]
Aunque algunos pueden verlo como temerario, Hitchens estaba listo para enfrentar la muerte si ayudaba a mantener la crítica y la actividad de la mente, con vida. Aún más importante que qué pensar, o cualquier veredicto dictado, los críticos nos muestran cómo y por qué pensar. En última instancia, este es el valor principal de la crítica: combate el estupor mental y despierta la mente para la acción. Los efectos de refuerzo de la crítica estricta pueden proporcionar un tónico intelectual crucial, manteniéndonos alerta y previniendo el lento deslizamiento hacia la inconsciencia.
[1] Todos los adjetivos citados provienen de los obituarios publicados.
[2] Dwight Garner, “A Critic's Case for Critics Who Are Actually Critical,” The New York Times, 15 de agosto de 2012.
[3] Tom Nichols, “The Death Of Expertise,” The Federalist, 17 de enero de 2014.
[4] Ibid.
[5] Jacob Silverman, “Against Enthusiasm: The Epidemic of Niceness on Online Book Culture,” Slate.com, 4 de agosto de 2012.
[6] Frank Furedi, Where Have All the Intellectuals Gone? (London: Continuum International Publishing Group, 2004).
[7] Amy Shaw, “On Craft and Security,” Greenjeansbrooklyn.blogspot.com, 18 de marzo de 2007
[8] Christopher Hitchens en un entrevista para la televisión de Charlie Rose, 16 de agosto 2010
Susana Ramljak, historiadora, escritora y curadora de arte, es actualmente redactora de la revista "Metalsmith" y comisaria de la American Federation of Arts de Nueva York. Anteriormente fue redactora de las revistas Sculpture" y "Glass Quarterly" Ramljak es autora de varios libros y catálogos, entre ellos " On Body and Soul: Contemporary Armor to Amulets" (Schiffer) y "Unique by Design: Contemporary Jewelry in the Donna Schneier Collection" (Metropolitan Museum)- Su nueva serie de libros sobre temas de arte contemporáneo, titulada "Art à la Carte", está disponible desde el 2016.
Traducción: H.N
Gracias Barbara Magana por las correcciones de estilo.

AJF ---> Contra la crítica: Sí, soy un crítico sesgado




Sí, soy un crítico sesgado
Critica N°4

El 5 de agosto, justo antes de que AJF comenzara a publicar una serie de artículos sobre crítica, el editor en jefe de CFile (y fundador) Garth Clark publicó una larga nota detallando sus funciones como revisor, en respuesta a un comentario poco halagador, que resultó ser un comentario equivocado, sobre una de sus críticas. Me interesó la posición de Clark sobre lo que se considera generalmente -y a menudo se descarta- como "sesgo personal". Muy generosamente, Clark respondió a la solicitud de AJF y concedió permiso para reimprimir una nueva versión de este artículo. A raíz de su reseña de la exposición de NYC Makers en MAD, el primer subproducto de la administración de Glenn Adamson, explica lo que podría perderse y ganarse siendo duro con los amigos.
Como parte de la nueva asociación de AJF con Klimt02, este artículo ha sido publicado en su sitio web bajo el sello "el feed AJF". Cuatro artículos más sobre el tema de la crítica se publican este verano bajo este paraguas colaborativo. (Por favor, eche un vistazo a los tres primeros, escritos por Moyra ElliottClare Finin, y Damian Skinner.)
—Benjamin Lignel
Sí, estoy sesgado como crítico. No estoy hablando de raza, religión, origen nacional, orientación sexual, o cualquier otra forma de intolerancia, cosas todas que CFile rechaza. Se trata de un sesgo de arte. Los únicos escritores que no tienen prejuicios son los que simplemente describen exposiciones pero no tienen opinión. No son críticos.
A todo crítico le desagradan ciertos aspectos de las artes. A algunos no les gusta la abstracción. Otros la prefieren. Ambos son prejuicios. Algunos tienen un sesgo hacia lo figurativo. A otros les desagrada el posmodernismo. Recientemente me encontré con un crítico que detesta cualquier referencia a la cultura pop porque cree sólo en las artes elevadas como un templo sagrado flotando por encima de lo mundano. Algunos prefieren el arte bien hecho a mano, mientras que otros lo encuentran más convincente o auténtico cuando el oficio se realiza de manera informal. La preferencia es sesgo también.
Entonces hay gusto personal, o sesgo personal. No podemos escapar de nuestros parámetros de gusto aunque podemos revisarlos y expandirlos. A nosotros los críticos nos gusta pensar que nuestro sesgo está fundamentado o es un principio, por lo tanto válido. Ayuda a expresar el sesgo de antemano cuando uno escribe. Todos debemos ejercitar la cautela cuando entramos en lo que sabemos es un territorio difícilmente habitual. Algunos lo hacen y otros no. Pero el sesgo es inevitable y es lo que hace de la crítica una de las formas menos objetivas de la escritura.
Una voz fuerte es lo que busco en la crítica, alguien que hable sin tapujos y valientemente. También un cierto grado de lógica es importante. Cuando la forma de ver arte de un crítico, su proceso de análisis, se vuelve algo conocido para el lector, se puede obtener ideas incluso cuando no se está de acuerdo con sus juicios.
Uno de los elogios más conmovedores de un crítico a otro vino de Arthur Danto mientras escribía sobre su colega Peter Schjeldahl (revisor del arte para el New Yorker). Durante una visita a mi galería en Nueva York, dijo: "Disfrutó más la escritura de Peter cuando él está hablando positivamente sobre un artista que realmente no me gusta. Siempre salgo con mi posición desafiada y a veces con una opinión distinta."
La plataforma para criticar y ser leído por el público viene con responsabilidades. No es una guillotina personal con la que es posible decapitar a alguien que se desaprueba. Cuando escribo reseñas difíciles, como mi reciente en CFile en NYC Makers en el Museo de Artes y Diseño de Nueva York, paso por una cierta agonía. Escribo y reescribo y pruebo mis opiniones una y otra vez para asegurarme de que están justificadas.
En el caso de MAD, Glenn Adamson es un amigo al que respeto enormemente. Como resultado, la revisión fue más dura de lo que podría haber sido. Uno espera más del intelecto excepcional de Adamson, y aunque para ser justos él no curó el espectáculo (nadie lo hizo: era un ejercicio de comité, lo que Roberta Smith en The New York Times llamó lo más cercano a los premios del público), lo reclama como el primer evento bajo su nueva administración. Además, hace mucho tiempo estuvimos de acuerdo en que cuando nos estuviéramos revisando, no tiraríamos puñetazos. Eso sería condescendiente.
Sin embargo, la publicación del texto sobre el MAD me hizo sentir infeliz, y todavía lo hace a pesar de que recibió un apoyo abrumador. Pero no publicar la revisión habría causado mayor dolor. Tender a la parcialidad tiene un precio.
Garth Clark es el redactor en jefe de los proyectos de publicación de CFile, revista y revista de noticias. En 1981, con Mark Del Vecchio, fundó Garth Clark Gallery en Nueva York, Los Ángeles y brevemente en Londres y Kansas City. Fundó la Fundación de Artes Cerámicas en 1979 y fue su director hasta 2005. Hablando activamente, Clark ha dado charlas en los cinco continentes, en 30 países y en más de 100 lugares importantes, desde el Metropolitan Museum of Art de Nueva York y el Victoria and Albert Museum de Londres, a la Universidad de la Sorbona, París. El próximo año, en calidad de embajador de CFile, estará en Europa en una gira de conferencias a lugares tales como Irlanda, Gran Bretaña, Noruega, Suecia, Alemania, Holanda, Francia e Italia. Acaba de terminar dos libros, Mind Mud: The Conceptual Ceramics of Ai Weiwei y Lucio Fontana 
Gracias Barbara Magana por las correcciones de estilo.